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El Mar, de veras (Fragmento)

Martha Rodríguez Mega

Martha funde el Valium, unos tragos de mezcal y la posibilidad  de ser un gran jurado para premiar unos versos. Las voces se entremezclan y una sensación joven inunda este texto. ¿A o B? Escribir con una norteña y salir de baile, los lugares se funden y al final del torbellino ¿A o B?

Dos

- Ya apestas, Capi.

• Cállate, Norteña, estoy pensando. // Llevábamos varios días sin luz y toda la comida se había echado a perder en los refrigeradores apagados. // Para el caso, tú también. Todo el pinche pueblo apesta.

- ¿Estás chillando?

• Órale, ¿no venías a ver el mar? Ponte a verlo.

- Cuál, ni se mira de tanta agua.

• …

- Yo también quería chillar, pero la Capi siempre se apaña los momentos dramáticos. Y es que habíamos cruzado medio país para terminar en un pueblito igualito al mío, pero todo ensopado.

• De camino, la Norteña perdió casi todo nuestro dinero.

- En la cabaña que rentábamos se metían los ratones y detrás de ellos, el gato; y detrás de él, los perros de la playa.

 

• Teníamos tanta hambre que nos habíamos arrancado las uñas intentando abrir un coco.

- Ahí, paradas frente al mar que ni era, el viento nos jaloneaba, y mira que está cabrón jalonear a la Capi, ella me miraba como diciendo

 

• Pinche Norteña, yo vine aquí de tu arrastrada, tengo cosas importantes que hacer, nos dejaste sin varo, tuve que escribir al aventón el poemario para el concurso, lo del sapo, y todavía me

- Me quité la blusa mojada en medio del huracán, de oquis, nomás por hacer algo.

• ¿Qué te pasa?

- La lluvia me golpeaba las orejas y yo bailé a ese son, como loca.

• Como en una ceremonia a alguna diosa antigua

- ¡Aquí está el desierto y no le saca frente al mar!

• No había luz, no había comida.

- Era nuestro primer viaje, la primera vez que yo veía el mar. Bailé. Bajo la tempestad no había nada más que hacer.

 

Tres

• La Norteña nunca se calla.

- Ya escríbeme una obra.

 

Veintiséis

• Es así como estoy gastando mi juventud. En cada año que vivo caben tres años de buenas historias.

Premios

Epidemias

Fiestas en provincia

• Escribo

Como cualquier pos adolescente

Pero un poquito más en serio.

Así se debe gastar una juventud, carajo.

• Midiendo cuántos hombres me caben en la boca, en el coño, en la cabeza. Cuántos tragos de mezcal.

Antes, cinco o seis.

• Soy de ésas

Ahora, uno solo.

• Es que empecé a meterme Valium para no arrancarme la cara por las protoanfetaminas que me recetó el doctor que mide cuántas yos cabemos en la mujer ideal.

O cuántas mujeres ideales caben en una yo, más bien.

• Y no quepo, digamos, en

Lo normal

Los asientos baratos de camión

Los putishorts

• Los ideales de Mamá

Y casi siempre es una cosa un poco triste

Ridícula

• Dolorosa

Según como se mire

• Casi como la juventud. Ahora tomo pseudoefedrina para adelgazar.

Esa madre está prohibida en otros países.

• Y tengo sed todo el tiempo.

Y, aún retacada de Diazepam bendito, llegan los ataques de ansiedad.

• Me rasco la cara

Los brazos, el cuero cabelludo

• Me arranco las costras de las heridas que me hice por rascarme.

El corazón se desboca. Una vez, tuvo taquicardia

• Pero sólo cuando me enteré que mi mejor amiga se había destrozado en un choque y había matado a tres tipos.

Sin querer, claro

• Ella manejaba, de regreso de

De

• De una fiesta

Qué importa de dónde

• Los tres muertos, juntos, sumaban 90 años, que es una edad decente para morir, creo. Yo tengo 24.

 

Cuatro

- ¿Y si vendemos tus tachas?

• No son tachas.

- Ya nada más quedan tres cocos.

• Chale, tú querías conocer la playa.

- Chale, me hubieras dicho que la playa era así y no insistía.

• Yo qué iba a saber que iba a haber un huracán.

- ¿Tienes pila?

• Se empapó mi celular cuando bailaste como hippie idiota abajo del aguacero.

- Si tuviéramos teléfono, le pedíamos a tu Mamá que nos mandara varo y listo.

• O a la tuya, güey. ¿Qué, a poco fue mi culpa lo del sap/

- ¿Para qué estás sacando lo del sapo? Si le pido dinero, mi mamá me va a mandar, pero a la verga. Ándale, si vendemos el frasquito así, a la mitad, nos dan como 300 pesos. Los mariguanos del otro lado seguro nos lo compran.

• Chingao, Norteña, es mi medicina.

- Cómo eres mula, Capi. ¿Qué tanto le haces a tu maleta?

• Luego mi Mamá esconde varo en el forro, estoy checando/

- ¿Ese foco está prendido?

• ¡Volvió la luz! // Aunque, en realidad, para nosotras venía por primera vez, porque desde que llegamos al pueblo no había electricidad.

- Pinche tensión.

• ALTA TENSIÓN.

- Redoble de tambores mientras la Capi conectaba la lap y el aparato revivía entre pequeños estertores.

• El día anterior habían publicado el resultado de la convocatoria.

 

Uno

Vamos a hacer como que ustedes son el jurado

Y lo son

De un concurso literario muy importante

Como lo es cualquier concurso donde uno esté participando.

Es un premio para jóvenes escritores

Nacional

O internacional

El punto es que es muy importante.

Hay mucho varo de por medio

Y prestigio

Son dos los finalistas que otros jurados han escogido por ustedes.

Un jurado menor, digamos, constituido por no tan jóvenes promesas rotas de la literatura

Pero ustedes son el Gran Jurado

Pura vaca sagrada

Estos son los dos poemas finalistas. Ustedes se tomarán un par de minutos para deliberar, votarán y nos dejarán saber su decisión.

Los poemas son

Cof, cof

Mucha atención

A.

aquí traigo
un estandarte de guerra
cuna de relámpagos

las agujas que lo zurcieron
entraron por los huecos de las costillas
se acurrucaron en un nido
de cables animales

me cosieron
como quien dice
a puñaladas

y se abrazaron a una arteria
como al mástil de un naufragio
para -tic tac-
ponerse a jugar en ronda

(¿Quién es ese que anda en pos de mí?

yo pregunto
y nadie responde
y es mejor
porque
qué terror
tener de frente a aquél
que conozca la respuesta)

las agujas giran
cantando en una ronda
en la misma dirección que todas

las agujas occidentales

el estandarte ondea
encima de ellas

apenas puede defenderse
de este dolor que ataca
como bostezando
como si tuviera algo mejor que hacer
que estarme doliendo a mí
las agujas dentro de mi pecho
no hacen más que suturar
lo que no quiere estar junto
y pastan
la carne viva
de este alfiletero

y el estandarte luce hermoso
enorme
orgulloso e inútil
corazón

B.

Para la Serranita.

 

Afortunadamente tu nombre
no es tan común aquí,
no lo escucho todos los días
resonando como un pistón
que golpea dos veces mi sien.

Afortunadamente tus ojos
no son tan comunes aquí,
no me veo el rostro en verde
tanto como quisiera, pero,
al menos, tampoco me veo
en otros verdes
que no fueran sino recuerdo doloroso
de esos que sí importan, y no están.

Afortunadamente tus curvas
no se giran en las mismas
esquinas que yo.

Afortunadamente, no obstante, y sobre todo,
tu pecho aún sube y baja
como un pistón
al son de nuestros bisílabos nombres.
Afortunadamente me sé también ahí
unas veces extraño y otras extrañado,
cachitos de mí que sobreviven y que son
el final del cordón que nos une.
Un espejo en el que casi
me reflejo al doblar la calle
que seguro acabas de cruzar
con tus dos luces verdes
tu zapateo rítmico de andar
siempre adelante
y tu huracán interno
que es tu principio, tu fin y tu todo.

Tienen una escena pequeña

Pero de vital importancia

Para deliberar.

 

 

Veinte

◊ La había estado checando de reojo en el bar, mientras atendía las mesas. Ahí, solita, medio gordita, medio triste, medio bailando en un rincón. Con los brazos prietos de tan mallugados. Se veía que no era de aquí.

• Me estaba acordando de mi amiga, la Norteña, y de cómo bailaba en tacones. Yo nunca pude bailar en tacones.

Justo en ese momento, pusieron su rola favorita.

◊ La chavita me recordaba mucho a mi hermano, el chiquillo.

• Ya no aguantaba los zapatos. Pinche bar horrible, puro albañil y travesti. Cuál Costa Bonita, está igual de jodida que la otra.

◊ Mi brother, el chiquillo, también era de ojito claro y se ponía todo colorado cuando se empedaba. Y ella ya andaba bien colorada. Todo mundo la veía de reojo.

• Casi ni tomé,  lo que me puso así fue el Valium.

◊ Corazón, voy a cerrar la barra, ¿vas a querer otra?

• ESPÉRATE

◊ Ay, qué te pasa.

• LA SERVILLETA

◊ Ay, perdón, pensé que ya te la podía retirar.

• Es una carta de amor

◊ ¿Esto?

• …

◊ ¿Qué dice?

• “Adiós, idiota, me voy a matar. Besos”.

◊ Quítale el “Besos”. Es tu moch. // Cuando cerré la barra, salió del bar y yo me quedé pensando en mi brother y en los picahielos. Dos-tres minutos después, entró corriendo el Oriental con los ojillos bien abiertos.

• Si la cabeza fuera una coctelera, mi trago favorito sería una mezcla de mezcal y Valium. Con la cantidad exacta, una siente que se muere de sueño, que no aguanta de pie un segundo más, pero tiene la certeza de que, donde sea que caiga, va a caer en blandito.

◊ Yo me imaginé enseguida qué pedo. Salí corriendo atrás del Oriental, sin dejar encargada la caja ni nada, con los tacones en la mano. Ella había dejado los zapatos botados a la orilla del agua. Yo los recogí.

• Anótenle, neta: Si un día me mato, va a ser con Valium y cinco tragos de mezcal.

◊ Y me metí al agua yo también, pero a sacarla.

• Así conocí a la pinche Costeña.

 

Cinco

Gran Jurado, ¿puede hacernos saber su decisión? Hay que recordar que los empates están prohibidos y el premio no puede ser declarado desierto.

Pa´ desierto, el de la Norteña.

Y bien, ¿A o B?

Martha Rodríguez Mega. Estudió Literatura Dramática y Teatro en la UNAM, y dirige en la compañía Sí o Sí Teatro. Es autora del libro de poesía Groupie y fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en los talleres de creación literaria en Monterrey 2013 y 2014.

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