
Angélica Liddell y el espejo de la podredumbre
Azul Ramos
Foto: Don Galán Revista Audiovisual de Investigación Teatral/Fotógrafo: Daniel Alonso
En este artículo, la escritora Azul Ramos comparte su experiencia con la obra El matrimonio Palavrakis de la dramaturga española Angélica Lidell y cómo su temática puede ser un agente de cambio para la sociedad acapulqueña.
Conocí la dramaturgia gracias a dos momentos en mi vida: al tomar un taller con José Dimayuga y al ir por primera vez al teatro. Con José aprendí las características que debía tener un texto dramático, y gracias al teatro pude ver concretadas con acciones en vivo las características aprendidas en el aula.
Así llegué al texto dramático que hasta ahora me ha consternado: El matrimonio Palavrakis, de la dramaturga española Angélica Liddell (Figueres, 1966). Conocí la obra cuando fue montada en Acapulco por la compañía teatral Matrioska. Al inicio, me sorprendí por el trabajo de los actores, pero la verdadera revelación ocurrió cuando leí el texto original.
De entrada, cuando asistes al teatro, puede que simpatices o no con los actores que interpretan a los personajes de la obra, pero ocurre algo distinto cuando estás frente al texto, pues las adaptaciones a veces utilizan recursos que ayudan al mejor entendimiento de la presentación. Y así ocurrió. Nada se comparó al miedo que sentí cuando leí la obra.
La historia es sobre una pareja cuyos integrantes, desde pequeños, vivieron situaciones de violencia psicológica por sus padres, y una vez adultos y casados, abortan toda idea de la vida “feliz” en matrimonio.
La familia Palavrakis está compuesta por Mateo, Elsa y su hija, Chloé. Su historia asusta, es sucia, como una fruta podrida y maloliente. En los diálogos, desde el inicio, se puede notar una degeneración que va del dolor al desquiciamiento. El texto constantemente te deja sin respiración, pues la autora quizá buscaba dar la sensación de una bomba que está a punto de estallar. La angustia te habita a través de los ojos desde el primer párrafo que lees.
Mateo, el segundo personaje que habla en la obra, se dibuja como un hombre esquizofrénico, enfermo del mundo, dañado desde la infancia, lo que ha originado en él una angustia de mantenerse vivo y una enferma capacidad de auto sabotaje y depravación sexual.
Por su parte, Elsa es una mujer que, a mi parecer, se desenvuelve como una niña que siempre ha sido abusada y usada como carnada de perros. Un perfil idóneo para ser manipulada y maltratada hasta el fin de sus días.
Menciona en un diálogo: Mi padre me quería tanto que me regalaba perros cuando me ponía triste, y después siempre los mataba, me regalaba perros y los mataba, me regalaba perros y los mataba, cuando se hacían grandes los mataba, y volvía a regalarme otro, y luego lo mataba. Decía que me chupaban los muslos. Me chupaban los muslos. Mi padre era muy celoso y no le gustaban los animales. No le gustaba que los perros me chuparan los muslos.
De inicio a fin, la obra dramática te posiciona frente a la situación actual que lastima en gran medida al país: la violencia que produce muerte.
En Guerrero, un texto como El matrimonio Palavrakis debería sensibilizar respecto a que no es normal ni el maltrato ni la muerte de infantes. También debe ser un llamado de alerta respecto a la situación de los niños en una ciudad como Acapulco, donde el comercio sexual infantil es el principal producto turístico para los extranjeros, como han demostrado tanto investigaciones policíacas como periodísticas.
Al respecto, Angélica logra capturar en su obra cómo la normalización de la violencia puede hacernos duros, insensibles, incluso cínicos, en un afán de desviar la mirada, pensando que así se sufre menos, porque así nos criaron y el mundo es así:
MATEO.- Los niños también pueden morirse.
ELSA.- ¿Por qué? Son niños.
MATEO.- Porque hay asesinos de niños.
ELSA.- ¿Asesinos de niños?
MATEO.- Sí.
ELSA.- ¿Y dónde están?
MATEO.- Cerca de los niños.
ELSA.- ¿Son invisibles?
MATEO.- Son invisibles por dentro.
ELSA.- ¿Y por fuera?
MATEO.- Por fuera son como todos, como nuestros padres.
Este es apenas un esbozo de lo que puede lograr la literatura dramática de Angélica Lidell: Acercarnos al espejo de la podredumbre y mirar al monstruo a los ojos, para dominarlo, porque cuando está suelto, destruye a quien encuentra a su paso.
Ganadora del Premio Nacional de Literatura Dramática de España en 2012, por La casa de la fuerza, Angélica Liddell tiene en su producción teatral La falsa suicida, Once upon a time in west Asphixia, H, Y los peces salieron a combatir contra los hombres, Mi relación con la comida, Y cómo no se pudrió Blancanieves, Perro muerto en tintorería: los fuertes, entre otras obras.
Azul Ramos (Acapulco, Guerrero, 1993). Escritora y fotógrafa. Estudió la licenciatura en Comunicación en la Universidad Loyola del Pacífico. Pertenece a la segunda generación del curso-taller Red de Letras, (Acapulco 2014-2015). Ganó la beca del Festival Nacional Interfaz del ISSSTE con el poemario Artería infantil (2014). Forma parte del Comité Organizador del Encuentro Nacional de Jóvenes Escritores, Acapulco Barco de Libros, desde 2014. Organizadora del encuentro multidisciplinario “Festibar del Muerto”, en 2015. Actualmente es integrante del Consejo Municipal de Cultura de Acapulco, en el área de Literatura.